lunes, 19 de septiembre de 2011

SICODELIA MUSICAL EN IMÁGENES














Este año se cumplieron 40 años de la muerte de Jim Morrison, el carismático vocalista de The Doors, una de las bandas más influyentes e innovadoras de la historia del rock, y las celebraciones y eventos no se han hecho esperar en el mundo. En Chile, destacó el estreno del documental “When you are strange” de Tom DiCillo que estuvo unas semanas en cartelera en nuestro país.

No obstante, también se cumplen 20 años del estreno de la película “The Doors” de Oliver Stone, bio-epic que retrata la historia del grupo desde sus orígenes hasta la muerte de Morrison. Pese a que en su época de estreno, no obtuvo ni el favor de los críticos ni de los espectadores, tiene méritos innegables que el paso de los años ha sido develar, convirtiendo a esta pieza fílmica en una obra de culto.

Si bien el guión acusa ciertas visiones personales y algunos problemas de contextualización histórica; la película rescata de manera fidedigna las claves de aquella convulsionada época como el hippismo, la libertad sexual, las drogas y la represión, entre otros tópicos. En este sentido, uno de los mayores logros de esta pieza fílmica es la atmósfera psicodélica que respira.

En cada escena, se palpa la magia y la distorsión de los sentidos, como si el espectador estuviera en constante viaje o trance. Un ejemplo: La escena donde Jim conoce a Pam; es de un surrealismo abrumador. Es así que el filme muestra a la pareja después del primer acercamiento, conversando sobre poesía. En aquel momento surge el amor y éste se confunde con el viaje de los protagonistas que ven al cielo tomar dimensiones cósmicas.

También la psicodelia se manifiesta en las experiencias místicas de Jim que lo ligan al acervo de los pueblos indígenas norteamericanos y que se evidencia de una manera magistral en la celebración de los conciertos de la banda. Aquí se puede ver a los asistentes conectándose con sus instintos a través del ritmo trepidante de la música.

Sin duda, que la dirección en este aspecto es arriesgada, ya que en vez de optar por un tratamiento más objetivo de la historia, se la juega por mostrar el espíritu psicodélico de The Doors; ello a través de las imágenes que se convierten en verdaderas postales alucinógenas por ellas mismas, arriesgando en algunas ocasiones la coherencia de la historia. En este punto, sin duda, salió ganando la dirección artística de la obra que rescata a cabalidad los elementos estilísticos de los años sesenta.
Respecto a las actuaciones, si bien en su tiempo no generaron interés en los críticos, con el tiempo han brindado a los actores de este bio-epic un plus en sus carreras. Para Val Kilmer, el protagonista de la historia, este papel es un hito en su carrera, ya que a partir de este papel se integró a las grandes ligas de los estudios.
Meg Ryan, estrella de los 90, consiguió en esta película una interpretación lejos de los márgenes de los papeles que la hicieron famosa. Aquí su actuación está exenta de la sensatez que explota en el resto de sus películas y se entrega instintivamente al oleaje destructivo de su tormentosa relación con Jim. Para los demás actores, también fue una escala importante dentro de sus carreras, ya que varios de ellos, nunca obtuvieron una figuración importante en otros elencos fílmicos, entre ellos: Kevin Dillon, Frank Whaley e incluso el cantante Billy Idol.

Pero si hay un elemento que engrandece a esta película es la música; verdadera guía de quienes quieren aproximarse al mundo melódico de The Doors. Esa sí como las canciones de la agrupación son distribuidas de modo generoso en el metraje, sirviendo de verdadero soporte para las escenas más simbólicas del filme.

La interpretación de “Moonligth drive” de Jim en la playa, sorprendiendo a Ray Manzareck, es el preludio del viaje onírico que comenzarán los integrantes del grupo. “The End”, es el momento telúrico que marca un antes y un después en la entonces incipiente carrera de la banda y que decir de “Not touch the heart” que gatilla en el escenario la liberación de las obsesiones del protagonista y desata en los asistentes una catarsis libre de inhibiciones para experimentar el lado salvaje que todos llevamos dentro.

De esta forma, “The Doors”, es una experiencia visual difícil de olvidar y una excelente alternativa a la hora de sumergirse en la mística musical de uno de las bandas más poderosas que ha tenido el rock. Una advertencia: ésta película es sólo para rehabilitados.